R.A.R.O. Madrid cumple 5 años, y con esta perfecta excusa hemos querido hacer una exposición con obras de algunos de los artistas que han pasado por nuestro programa de residencias durante estos años. Algunos de estos trabajos -Raros Tesoros Felices- son parte de nuestra colección y también se incluyen piezas de las residentes actuales.
El cinco que, en la simbología representa lo único que es permanente: el cambio, es el número que la residencia lleva en ejercicio y volver a la Quinta del Sordo, donde se realizó la primera exposición de R.A.R.O., es completar un ciclo pero también seguir con el fluir del metamorfosis que cada edición propone como desafío.
Como todo engranaje, las ruedas que lo componen transmiten potencia de un componente a otro, y así es como funciona el mecanismo de R.A.R.O., a partir de la sinergia que se establece con cada uno de los talleres y estudios que forman parte del entramado de cada residencia, donde artistas del todo el mundo aprenden, comparten experiencias y desarrollan proyectos.
En la residencia, para quienes eligen y se entregan a la experiencia, el tiempo se enrarece, los segundos se encapsulan y pulsan a un ritmo diferente de lo usual. Lo que se mira con habitualidad se vuelve extraño, el mismo aire que se respira a diario se torna novedoso. Implica salir de la zona de confort para encontrar impulsos desconocidos o reafirmar los propios.
Testimonios de esas experiencias, son las obras que atesora R.A.R.O. en su colección, son dispositivos de momentos de hallazgos y felicidad.
La exposición, da la posibilidad de mirar hacia atrás viendo cómo se fueron trazando los cinco años a partir de la iconografía de cada producción, pero también es la oportunidad para entender su actualidad, de la mano de las residentes en curso y porque no, aventurar su futuro.
El cinco que, en la simbología representa lo único que es permanente: el cambio, es el número que la residencia lleva en ejercicio y volver a la Quinta del Sordo, donde se realizó la primera exposición de R.A.R.O., es completar un ciclo pero también seguir con el fluir del metamorfosis que cada edición propone como desafío.
Como todo engranaje, las ruedas que lo componen transmiten potencia de un componente a otro, y así es como funciona el mecanismo de R.A.R.O., a partir de la sinergia que se establece con cada uno de los talleres y estudios que forman parte del entramado de cada residencia, donde artistas del todo el mundo aprenden, comparten experiencias y desarrollan proyectos.
En la residencia, para quienes eligen y se entregan a la experiencia, el tiempo se enrarece, los segundos se encapsulan y pulsan a un ritmo diferente de lo usual. Lo que se mira con habitualidad se vuelve extraño, el mismo aire que se respira a diario se torna novedoso. Implica salir de la zona de confort para encontrar impulsos desconocidos o reafirmar los propios.
Testimonios de esas experiencias, son las obras que atesora R.A.R.O. en su colección, son dispositivos de momentos de hallazgos y felicidad.
La exposición, da la posibilidad de mirar hacia atrás viendo cómo se fueron trazando los cinco años a partir de la iconografía de cada producción, pero también es la oportunidad para entender su actualidad, de la mano de las residentes en curso y porque no, aventurar su futuro.